(...) El árbol en que Glenarvan y sus compañeros acababan de guarecerse tenía la apariencia de un nogal. Su copa era frondosa y de forma redondeada. En realidad se trataba de un ombú, que suele encontrarse aislado en las llanuras argentinas. Estos árboles, corpulentos y de tronco tortuoso, están materialmente soldados al suelo; no sólo por sus firmes y extensas raíces, sino por vigorosos retoños. Se comprende, por tanto, que hubiera resistido el asalto de la inundación.
Medía unos cien pies de altura y podía cubrir con su sombra una circunferencia de sesenta toesas. Todo aquel andamiaje descansaba sobre tres gruesas ramas, que se trifurcaban en la corona del tronco, de un ancho de seis pies. Dos de dichas ramas ascendían casi perpendicularmente, soportando la enorme sombrilla de follaje, sus derivaciones, cruzadas, mezcladas, entrelazadas, como tejidas por la mano de un cestero, constituían un impenetrable resguardo. La tercera rama, por el contrario, se extendía casi horizontalmente sobre las mugientes aguas, que bañaban ya las hojas inferiores, semejando un cabo avanzado de aquella isla de verdura rodeada de un océano. No faltaba sitio en el interior del gigantesco árbol; el ramaje, brotando del centro a la circunferencia, dejaba grandes espacios completamente despejados, verdaderos claros, que permitían pasar en abundancia la luz y el aire, saturado de frescura. Al ver aquellos brazos, elevando hasta las nubes sus innumerables brotes, unidos entre sí por una trama de plantas trepadoras, y los rayos solares, deslizándose a través de los intersticios de la hojarasca, hubiérase dicho realmente que el tronco de aquel ombú llevaba sobre sí una selva entera (...)
JULIO VERNE (1828-1905). "Los hijos del capitán Grant"(Viaje alrededor del mundo) TOMO I (Pág.155-177) - Barcelona - 1931
Versión Original. LES VOYAGES EXTRAORDINAIRES