EL OMBU

GUILLERMO E. HUDSON

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Esta historia, de una casa que existió en otro tiempo, me la contó a la sombra, un día de verano, Nicandro, aquel viejo a quien a todos nos agradaba escuchar, pues recordaba, y podía relatar correctamente, la vida de cada persona que había conocido en su pago, cerca de la laguna de Chascomús, en la pampa, al sur de Buenos Aires.

CAPITULO 1

- En toito este partido, aunque usté vaya siete leguas pacá y payá, no encontrará un árbol tan grande como este ombú, creciendo solo ande no hay una casa; por eso es que todo el mundo lo conoce por el nombre'e "el ombú", como si hubiera uno solo; y el nombre d'esta estancia, aura, sin dueño y arruinada, eh' El Ombú. De una'e las ramas máh' altas, si usté puede encaramarse, verá, a unas veinticinco cuadras de aquí, la laguna'e Chascomús, de un lao al otro, y el pueblo en su orilla. En un día despejao podrá ver hasta cosas más chicas: tal veh' una raya colorada cruzando el agua... una bandada 'e flamencos volando asigún su costumbre.

- Un gran árbol creciendo solo, sin casa cerca; sólo quedan los cimientos de una casa; pero tan cubiertos de pasto y yuyos, que hay que mirar muy bien pa incontrarlos. Cuando ando con mi bajada'e ovejas en el verano, sabo venir pacá a sentarme a la sombra. Está serquita, el camino, y forasteros, tropas de carretas y animales, y la galera, toitos pasan por ay. A veces, a mediodía, encuentro a algún pajuerano descansando a la sombra, y si no está durmiendo, platicamos, y él me cuenta 'e aquel gran mundo que estoh' ojos jamáh, an visto. Dicen que la casa ande cai la sombra 'el ombú, padece desgracias, y que, por último, cai en ruina; y en esa casa, que ya no esiste, daba la sombra 'el ombú a la caida'e la tarde toitos los días de verano. También dicen que los que se sientan mucho a su sombra, se güelven locos. Tal vez, señor, los güesos de mi mollera sean más duros que los de la generalidá'e loh' ombres, pueh' e acostumbrao sentarme aquí toita mi vida, y aunque ya estoy viejo, entoavía no he perdido el mate. Es verdá que por fin le vino la mala suerte a la casa; pero la aflición ha'e dentrar por toda puerta, la aflición y la muerte que llega a todo cristiano; y toda casa, señor, por fin se derrumba.

- ¿Oye el mangangá allá arriba entre las ramas? ¡Mírelo! ¡Parece una bola'e oro relumbroso colgada en el aire entre lah'ojas verdes, zumbando tan juertazo!

- ¡Ay, señor! ¡Loh' años que han pasao y la gente que ha vivido y muerto, me hablan lo mesmo'e juerte cuando estoy sentao aquí solo! Estos son solamente ricuerdos; pero hay otras cosas que nos güelven del pasao; y ésas son lah'animah' en pena. A veceh', a medianoche, se ve'e lejos toito el árbol, dende las raiceh' asta lah'últimah' ojas relumbrando como un juego blanco. ¿Qué podrá ser ese juego, señor, que tontoh' an visto, y que, sin embargo, no chamusca lah' ojas de loh' árboles? Y, a veces, cuando un forastero se acuesta aquí a echar una siestita, siente pasos que van y vienen, oye cacariar gallinas y torear perros, y a niños que gritan y se rinden, y las voces de gente que habla; pero cuantito se levanta para escuchar, los sonidos se apagan, y, por último, parecen dentrarse al árbol con un suave murmullo, como el que hace el viento cuando sopla por entre lah' ojas.

- Dende qu'ea chico, a la edá'e seis años, cuando ya podía montar un petiso, he conocido este árbol. Se veía entonces, lo mesmito que hoy día; a gatas podían rodearlo cinco hombre' con los brazoh' estiraos. Y la casa estaba ay, ande usté ve esa ortiga; era larga, chata y'e ladrillo, cuando habían muy pocas casas de ladrillos por este partido, y tenía techo'e tejas.

GUILLERMO E. HUDSON (1841-1922). "El Ombú" (Pág. 3 a 6) - Editorial Bois S.R.L. - Buenos Aires - 1955


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